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Full text of "Mario Ferreiro 1930 Se Ruega No Dar La Mano"

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3"- Cuaderno d e "Cartel 


- 1 9 3 Ó 


ES PROPIEDAD. Queda registra- 
do y hecho el depósito que marca 

la ley. 

Los derechos de reproducción, tra- 
ducción, recitación, adaptación al 
teatro o al cine — (ya sea mudo o 
sonoro) — , impresión en discos de 
fonógrafo o atletismo, trasmisión 
por radio, diámetro, etc., etc., que- 
dan absolutamente reservados para 
todos los países, incluso Rusia, An- 
dorra y La Parva Domus. — Copy- 
right 1930, by Alfredo Mario FE- 
RREIRO. 



ALFREDO MARIO FERREIRO 


SE RUEGA 

NO DAR LA MANO 

J'i'y 

poemas profilácticos a base de imágenes esmeriladas 


3er. CUADERNO DE 

"CARTEL” 


pí !; - M v P R E S O R A URUGUAYA" S. A. 
XEUttlTO Y JUNCAL MONTEVIDEO 


1930 



PRIMERA EDICION DE “SE RUEGA NO DAR 
LA MANO", DE ALFREDO MARIO FERREIRO, 
COMPUESTA DE MIL — (1.000) — EJEMPLARES. 


I L U S T 
Retrato d$l autor: 

4 Xilografías: 
Carátula: 


RACIONES: 

■ Busto por Antonio Pena. (Foto- 
grafía: Carlos W. Aliseris). 
•Renée Magariños. 
- Dibujo a mano por el propio 
Alfredo Mario Ferreiro. 



I C E 


1 N D 


PágB. 

Ante todo n 

LA ESFERA SIN HORAS 

La encomienda negra 17 

El grito de las cosas 18 

Yo bien sé que no has muerto U) J 

CIUDAD 

Enfoque 25 

Nuevo enfoque o poema del hombre desvanecido 26 

Relojes 27 

Agradecimiento 29 

Poda de árboles C 3 ? ' 

Usinas : ; . 32 

Yo digo lo mío ^33 ¿ 

La ciudad junto al mar 34 

POEMAS DE LA CIUDAD LLOVIDA 

I. — Lluvia 36 

II. — Asfalto mojado 37 

III. — Estrategia 37 

PLAZUELA CON 4 BANCOS Y UN S. O. S. 

1. er Banco (Siempre lo mismo) 4* 

2. ® Banco (Máquinas de sumar) A 2 

' 3* m Banco (Ventanillos) 43 

> y 4® Banco (Ascensores) 44 

Canción* para alcanzar la luna cuando pase 45 

Amanecer 47 

; Anochecer 49 

> i madrugada 50 

Redes de la noche 53 



Páft. 


La taníe ¿ti pensando ...' 

Nocturno 1 

MAR '' <•< ’T 

Visión de océano (ida y vuelta) 

Cuatro marineros mascan la niebla 

Adioses inclinados yl 

Poema de los barcos huidos 

Baile de barcos 

Tan mareado está el barco — 

Caza marítima 

,- •> La presa suprema / 

La certeza del viaje 

Sobre el pecho del agua 

Versos para una usina anclada 

Bañistas 

AVION ICOS 

Picoteos de aeródromo 

Limpieza del camino aéreo 

Poema aviónico del término del raid 

Aviador 

Canción del aviador de todos los tiempos 

Variaciones sobre aterrizajes y otros cansancios . . . 
Aviones nocturnos 

CANCIONES DE LAS DISTANCIAS VENCIDAS 

. Canto <fel ombú para los 4 horizontes 

Trenes en la noche 

Poema acelerado del automóvil en marcha 

El último modelo 

Doloras 

Ritmo tuyo 

Poema hasta el tercer “no” 

Nuevo fuego 

Remontador de astros 

Ni la más lejana estrella 

Alza la copa 

Noche sin eco 

LOS SONETOS SON... ETOS: 

El sauce 

Ya no hay justas de amor 



61 

62 

63 
65 
67 

70 

7 1 

73 

74 
77 
7 » 
80 


83 

84 

85 
88 
90 
& 
94 


97 

99 

100 

102 

103 

104 

105 

107 

108 

109 
ni 
112 


”5 
1 16 








A 

María Celia Martínez Cabriz de Ferreiro Vera , 

mi madre . 


(La única mentira tfueseesta haciendo cierta es la de su muerte) 



OBRAS DE Dn. ALFREDO MARIO FERREIRO 

(Por rigoroso orden cronológico y alfabético). 


1927 — “EL HOMBRE QUE SE COMIO UN AU- 
TOBUS” (poemas con olor a nafta). AGO- 
TADA; verdaderamente agotada. 

1930 — “SE RUEGA NO DAR LA MANO” (poe- 
mas profilácticos a base de imágenes esmerila- 
das). Próxima a agotarse. 



Ante todo 


J^or suerte , se han acabado los versos. ¡No hay más, señores! 
Los poetas de ahora hacen poemas. Persiste , sin embargo, la 
tendencia a dejar mucho papel en blanco dentro de los libros de 
poemas. Pero , poco a poco , a medida que la civilización artística 
nos vaya calando, pasará también esa manía ; como han pasado 
el laúd, el juglar y el tren de las i¿ y 2. 

Este libro — mi segundo y último libro — sólo pretende de- 
mostrar una cosa: que puede haber dos sin tres. • 

Además, con él, me coloco en un justo sitio dentro del aman- 
zanamiento de la Ciudad del Arte. 

En el oído: yo era un hombre feliz. Había comprado a 
plazos un terrenito de morondanga en casi las afueras de dicha 
ciudad. Mi solar no iba a destacarse para nada del marco de 
cercos y tierra que era el montón anónimo de solares rematados 
en la última subasta pública de tierras poéticas. (La famosa 
subasta del 927). 

Lo de famosa le vino por aquella -voz corrida, después del 
remate, de que cateando esas tierras podía uno llegar a toparse 
con algo que, mejor que el petróleo, los brillantes o el carbón, 
convertiría al descubridor en una especie de Júpiter con T orlan- 
te y todo. 

La perspectiva, así, no era del todo mala. 

Después de los sensacionales descubrimientos de estos últi- 
mos años, — entre los que debo citar mi pasmante comprobación de 
que los tartamudos no son otra cosa que charlatanes tomados 

*■ 


1 



1 


4 

con “ ralentisseur ” — , bien pudiera ser que una escarbadita de 
media hora bastase para convertirnos , de 15 a 13 y 30 , en ídolos 
mundiales, en poseedores de “record” artístico capaz de knoc- 
koutar la gloria de cualquier predecesor por ilustre que sea. 

E, (¡eh!) ilusionados con ésto, empezamos la escarbada ... 

Pero, de golpe, como la revolución argentina, surgió el pro- 
yecto de apertura de la Avenida de los Nuevos. Mi solar empezó 
a valorizarse inmensamente. Todo su límite nordeste se convirtió 
en inestimable línea de frente a la nueva y promisoria vía de 
tránsito . 

Mi lindero — ¿te acuerdas, Sigüenza, de mi lindero ? — fue 
absorbido por la expropiación. ¡Pobre diablo, se lo tragó el Fisco í 

Quedé solo ; plazoleta aislada en medio de la vorágine de 
un rumoroso bulevar que, ahora se ha visto, no va a ninguna 
parte . 

Tuve, de acuerdo con la ley de emergencia, la obligación de 
suspender las excavaciones y levantar casa de más de un piso. 

Coloco hoy mi segundo piso. He cumplido con la servidum- 
bre de altura obligatoria en la Avenida de los Nuevos, y anuncio 
que mi solar — con todas las mejoras que contiene — está de 
remate. 


\ 


2 



1 


Pero, después de todo 


Yo, querido lector, no quiero molestar con mis poemas . 
Puedes darte vuelta desde aquí . Bastante me han hecho padecer 
a mí, para que mi perversidad llegue al extremo de pretender 
vengarme en la parsimonia inofensiva del comprador de libros 
de versos . ¡En estos tiempos! 

VISTO: que las excavaciones efectuadas por los nuevos 
en el terreno de las recientes tendencias no han dado el resultado 
[apetecido; 


p . ATENTO : que los excavadores desconfían cutre sí porque 
ha corrido la voz de que alguien encontró algo y no quiere mos- 
<irar su hallazgo; 

CONSIDERANDO: que uno tiene derecho a vivir tr an- 
iquilo y a defenderse como pueda; 


RESUÉLVESE: 




^^^^ us P en d^ las excavaciones. 

S 'tar solamente — como avión en pleno vuelo o barco 
Ita mar — - 3 saludos a distancia. (Se Ruega No Dar 

)pner que el título de este libro sirva para alguna de 
finalidades que llaman prácticas. Por ejemplo, para 
en las oficinas de recepción de público a fin 



de precaverse de la lepra, tan difundida en estos mo- 
mentos. 

4* — No creer en la crítica que del contenido de esta impor- 
tante obra, — la que sigue a este prólogo — ', hagan los 
amigos del autor ; y menos aún, en la que puedan hacer 
sus enemigos. 

Hay un sello. 

Dado en Montevideo, a los veintisiete días de octubre del 
año de mil novecientos treinta. 


(Firmado): FERREIRO. 



DE "CARTEL 

panorama mensual .de , literatura, arte y polémic 

Directores! 

JULIO ' SIGÜENZA y ALFREDO MARIO FERREIRI 


i . — “CUADERNO DEL OJO SIN SUEÑO”, 


por Julio Sigüenza. (Primer cuaderno de 
“Cartel”) $ 0.50 

2.— “ROMANCE DEL GAUCHO PERDI- 
DO”, por Angel Aller. (Segundo cuaderno 
de “Cartel”) $ 0.50 


3. — “SE RUEGA NO DAR LA MANO”, 
poemas profilácticos a base de imágenes es- 
meriladas, por Alfredo Mario Ferreiro. 

(Tercer cuaderno de “Cartel”) $1.00 


SUSCRÍBASE A “CARTEL” 

12 números (l afio), $ 1.00 (pagadero adelantado) 
Redacción y Administración: San José, 87o. Montevideo 




LA ESFERA SIN HORAS 



La encomienda negra 

K 


^^adre : 

aquellos hombres no rotularon tu caja. 

Ya sabía el destino 

qué senderos le estaban deparados. 


Y salió de casa la encomienda negra 
sin más estampilla 

que la de mi dolor sellado para siempr 



Erl ¿rito de las cosas 


adre : 

las cosas me gritan 

que tus ojos posaron sobre ellas. 

Aquí estuvieron, 

aquí estuvieron sus miradas. 

Y aquí, 

y aquí también. 

Y allá. 

Madre : 

Hay perfume de ojos tuyos 

en el reflejo de recuerdos de las cosas. 


Y yo las voy bordeando con los ojos, 
como limitándolas; impidiendo / 
la terrible caída total de tu recuerd\ 



1 


/ 

Yo bien sé <jue no has muerto 


y o bien sé que no has muerto. 
No puedes haber muerto. 

Estarás escondida, 
como a veces, en casa. 


Cuando todos veníamos 
y no estabas. . . 

Entonces, te buscábamos, 
y salíamos a la puerta. 
Hasta que aparecías. 


Madre: 

Estoy en el vano 

de un recuerde esperando tu vuelt 



9 




Bruksan visnin j * : 

I alia papper, som skola insattas i parmen, bor 
med hjálp av hálslaget de dárfór nodiga hálen utstansas. 

(Óppn», X. II, 24 ) 




CIUDAD 




2 


Enfogue 


T ú tienes la larga'cuerda del horizonte. 

Entre tus manos está girando mi emoción. 

No entres de improviso en mi melancolía. * 

Pregunta si se puede. 

Asciende con la pereza del humo. 

Denuncia mi ventana el paso de las nubes. * 

Por el asfalto azul del cielo. 

La larga espina de oro del sol se ha clavado en los campos. 

Frente a la campana está el silencio dormido. 

No necesito bueyes para arar. 

Los pájaros se caen de la luz. 

El horizonte viejo herniado se faja con cielo. 

Todos los hombres han sido lanzados por el arco del destino contra 
la muerte. 

La lámpara de estrellas sobre mi escritorio de infinito. 

Se lava el mar con jabón espumoso de olas. 

Para que las estrellas no se queden en las azoteas, el cielo, se recoge 
la falda al pasar por sobre los rascacielos. 

Sufre un violento looping mi rectitud. 

En el banquillo de los ajusticiados está sentada mi esperanz 


► 



5 



2 


Nuevo enfoque o poema del Komi 
dervanecido 


re 


T odos Jos tranvías corren en un sentido. 

Todos los desmayos son horizontales. 

Hay una inquietud jugando a las esquinitas con los poetas de 
vanguardia. 

El frío me acaricia las carnes con sus manos y me golpea en la nariz 
para que lo atienda. 

Quiere metérseme dentro porque es casi seguro que el frío tiene frío. 
Yo no sé en qué consiste la ruta, ni si mi compás de marcha está 
corregido. 

Espero la llegada de los pájaros plateados de la noche para decidir 
el viaje. 

Ya despegó la aurora. 

El aeródromo de la madrugada larga aviones de brumas para 
escoltarla. 

O para darle alcance. 

Las dudas cuajan en el aire. 

Las ideas ahorcadas, madurándose al sol, tocan con los pies la frente 
de los hombres. 

Con la cuerda de luz que tengo entremanos remonto el sol. 

Levanto rascacielos de futuro. 

Veo panoramas por ventanas que aún no he abierto. 

Vivo de ilusiones como las mujeres. . V "H 
Y suelo ser el hombre desvanecido de la hor/\ 


6 



Relojes 


^^elojes en lo alto de las columnas delgadas, 
como si al fierro viejo le hubiese salido 
luminosa ampolla. 


Relojes de pared: 
pinturas cambiantes. 

Faz del Tiempo 

asomada a todos los aposentos. 

Relojes en la tibia muñeca 
de las mujeres. 


Relojes tictacteando 
en los bolsillos 
rellenos de polvillo 

de los burgueses que están dormitando 
en la punta de banco del pasillo. 


Relojes en las calles desiertas, 
pegando alaridos de horas 
que nadie oye. 

Corriendo tras el^tiempo. 



2 


Relojes sobre el abarrotamiento 

de los coches que no saben dónde van a pasar la noche. 

Los relojes 
son hélices que giran 
a impulsos del ventarrón del tiemp 



8 



2 


Agradecimiento 


radas, ciudad, porque nos los devuelves! 
Gracias, ciudad, porque nos los cuidaste. 

Siendo muy de mañana 
te los llevaste 
de casa, 

para tenerlos todo el día 
mezclados con tu furia, 
engranados al revuelto andar 
de tu vital porfía. 

Y cuando desesperábamos 
de verlos regresar, 
en una de ésas, 
siendo ya tardecita, 
nos los trajiste, ciudad. 

Aquí están en la mesa. 

Es hora de cenar. 

Un poco sonrientes al sentirse cansados. 

La hermana, el padre, los hermanos 
han vuelto de tí, ciudad. 

¡ Gracias, mil veces gracias, 
por no haber saciado en ellos tu voracida 




9 



f 

Poda de árboles 


¡Q 


fué grotesco aquel hombre, 
disfrazado de pájaro! 


Pero a mí no me engaña. 

Lo vi esta mañana 
al salir de casa, 
trepado en las ramas 
de los arbolitos 
de mi calle. Estaba 
poda que te poda. 

Serrucho y tijeras. 
¡Pobrecitas ramas! 

Caían derrumbadas, 
y el sol las velaba 
con su amarillenta 
luz de candelabro. 

Por la tarde estaban 
desnudos los árboles. 

¡Y con este frío! 
Desnudos, desnudos. 



Cuatro palitroques, apenas, . 
tenían por ramas; 

como dedos largos de una mano alzada 
que pide socorro. 

Y los pobrecitos, 
para entretenerse, 
para no estar tan solos, 
se habían puesto 

a jugar a la murra unos con los otro 




Usinas 


En la alta noche, 

junto al negro callejón de extramuros, 
con suspiros de luces rojas, 
y tremendos sobresaltos de émbolos, 
duermen su agitado sueño las usinas. 

¡Qué soñarán a veces! 

¡Qué mundo estarán viendo! 

Manotones de émbolos, 
suspiros de reflejos, 
revuelos de volantes, 
sudor de vapores. 

Asi pasa la pesadilla por la usina. 


La chimenea, 
árbol con hojas de humo, 
conserva angustioso equilibrio 
mientras alberga el sueño de la fábric 




Yo digo lo mío 


y o digo lo mío 
y poco se me importa 
que otros<digan lo de ellos. 

Así piensa el letrero luminoso 
que asoma allá arriba en la cornisa. 

Frente a la gritería semafórica 
de los otros letreros, 
firme, el letrero chico, 
pregona su convicción lumínica. 

Y no hay letrerazo 
capaz de acallarlo. 

/ 


(Este es el credo más profundo 
que yo he visto en el mund 



La ciudad junto al mar 


La ciudad junto al mar, 
llamando a los navios; 
viéndolos recostar 
en la chaisse-longue de piedra 
de sus puertos; 
cabeceando esas dudas 
que siempre traen los barcos. 

La ciudad junto al mar 
es un prodigio más. 

Con sus edificios como rocas, 
y sus acantilados de fábricas, 
aventanados, 
ahumados, 

y las arenas de los reflejos, 
que vuelan en la luz 
y pican en los ojos marineros., 
la ciudad es una isla 
que le ha brotado al mar 
en un costado. 



La ciudad, 

con Jas calderas de sus fábricas encendidas, 
bogando hacia un destino incierto, 
por un mar de siglos encrespados, 
guiándose por faros de fracasos, 
es un enorme barco 
haciendo singladuras de dolo 




Poemas de la ciudad llovida 


i 

LLUVIA 


L a ciudad se ha encogido bajo la lluvia. 

Apenas si, a lo lejos, 

allá, junto a los murallones, 

un barco envía una columnita de humo, 

que es la única ofensa hacia arriba, 

contra la lluvia. 

La ciudad hubiese querido 
disparar. 

Guarecerse 

debajo de aquel toldo 
de nubes de allá lejos. 

No ha podido. 

Y, calándose de agua hasta los huesos 
de cemento, 

soporta, resignada, la humorada del tiemp 




3 




ii 

\ 

ASFALTO MOJADO 


^Jn espejo borroso tirado entre las casas. 
Puñaladas de luces. 

Largas huellas de autos. 

Dan ganas de salir con un secante 
y dejar para siempre imborrable 
la imagen invertida de las cosas 
que están en el baúl transparente del asfalt 



III 

ESTRATEGIA 


P ara que pase un largo regimiento de lluvia 
se cierra el horizonte con un telón de nube 



7 




PLAZUELA CON 4 BANCOS 
Y UN APREMIANTE S. O. S. 




l. er Banco 

SIEMPRE LO MISMO 


iempre lo mismo! 

Un día despertaré muerto. 

Habré dejado el alma de mis versos 
colgada en el perchero 
de la entrada. 

Y me saldré sin ella. 

Y andaré por la calle 
como un hombre. 

¡Y sin alma! 

Este poner un mismo númer 
en las rayas de siempre. 

Este sumar renglones, 
este “muy señor mío”, 
este final horrible: 

“saludo a Vd. atte.” 

¡Siempre lo mismo! 

Un día despertaré muerto. 

Colgada en el perchero 
de la entrada, 

habré dejado el alma de mis verso 






4 


2.° Banco 


MÁQUINAS DE SUMAR 


Las máquinas de sumar 
toman tabaco de números. 


Lo pican, 
lo mascan, 

lo ponen sobre la hojilla larga 
del carretel perezoso; 

y se hacen un tremendo cigarro, 
encendido a ratos 
por la chispa roja 
de las sumas totales. 


Cenizas de sumitas parciales; 

y humo de intereses 

para todos los clientes del Bañe 



2 



3. er Banco 


VENTANILLOS 


El público 
no precisa argamasa 
para convertirse en pared. 


Delante del “guichet” 
es un nervioso muro 
del que salen las manos 
de los emparedados vivos. 

Unas manos con muecas, 
prestidigitando dinero escabullid 


o 



4 


y 4.° Banco 


ASCENSORES 


ienen subiendo, 
como gimnastas; 
manoteando las cuerdas; 
palmeando los pestillos. 

Traen la gente de abajo, 
Jos que recién entran 
al turbión de negocios. 

Todos vienen gorgeando 
cálculos 

dentro de la jaul 




4 



Canción para alcanzar la luna 
cuando pase 


Ei n el borde del horizonte más alto, 
trabajando con los pies en la rotación de la tierra, 
casi en puntillas, 

con las frentes aplastadas contra el cielo, 
helados de espacio, 

esquivando estrellas con movimientos de trigal, 
estaremos aguardando el paso de la luna. 

Así estaremos todos, 
para atraparte de una vez, 
cuando pases, 

— sombra blanca del cielo negro. 

Te nos irás de las manos. 

Nos dejarás agua escurridiza de luz lechosa 

entre los dedos; 

y no podremos alcanzarte, 

cafiaspirina para la congestión de astros 

que hay en la cabeza del cielo, 

atragantada en la. boca insaciable de los horizontes 

que se están comiendo las estrellas. 

Todos estaremos esperándote, 
como a tren retrasado. 



4 


Habrá sombras de cabezas humanas 
contra el éter del otro lado del espacio. 

Arañaremos los cielos, 

en la espera impaciente, 

con nuestros dedos alzados y rígidos. 


Y te alcanzaremos. 

¡Bah, si te alcanzaremos!, 
Luna vieja de viajes, 
por un carril de sol, 
vagón iluminado 
por usina distante. 


Te alcanzaremos, 
faro petrificado, 

y te pondremos en el pedestal más alto 
de la Plaza Roja, 

para que te puedan ver, bien de cerca, 

los astrónomos, los poetas de antes y los enamorados cursi 



6 



Amanecer 


o sé por qué esta nube me afina más el alba; 
ni por qué aquel balido me disipa los cielos. 

Vibro en el cacareo del gallo que martilla en las luces 
de la clara herrería toda llena de negro. 
Pausadamente un carro desacongoja al eje 
con la esperanza en línea de una pronta llegada. 

Y corrí jen su plana de cosquillas las luces 
caída de la estrella que marchó rezagada. 
Trabajador del alba, camina el día a pasos 
pausados por la línea del casco de los cielos. 
Manchado, el campo corre a su encuentro. 

Efusión de llegada. 

(Con humo de fábricas, sobre alargados tubos, 
van haciéndose las manos 
que han de saludar a los primeros avione 








Anochecer 


Los árboles maneados ya no pueden moverse 
La sombra los amarra para enfundarlos luego 
en el azul espeso del negro que ven todos. 
Empiezan a encenderse las luces. 

'La ciudad, en cuclillas, bajo los faroles 
espera, con paciencia de gato, al sol. 

Las luces hacen vela: cernidores luminosos 
para colar obscuridad. 

El cielo se desgaja en colores tranquilos. 

Sólo en lo hondo, a ras del suelo, el negro 
se revuelve y se afelpa. 

La ciudad está desierta. Desde los extramuros 
se ve como las luces se apiñan en el centro 
y toman por asalto las torres, para leer los aviso 


* 



5 


La madrugada 


Yaba empezado la noche 

a sacar filo al día 

en la piedra sin fin del horizonte. 

Son las primeras luces 

como faros de auto coronando repechos; 

como cruces de sendas aéreas, 

como largas caricias rabiosas 

contra la impasibilidad ténue del cielo. 

Amaneciendo días 

han pasado los años. 

■A cada nueva aurora 
surge un nuevo llamado. 

Por los picos de los gallos se derraman las luces; 
con el humo se expande la alegría de adentro; 
y en la espalda que viaja hacia el trabajo, 
bulle, 

la luz primera en choque despertador y amargo. 
En el campo las sombras empiezan a moverse. 
Todas estaban quietas en su caja de noche. 

Han salido a pasearse para estorbar al día. 

La madrugada viene, como los frutos, 
en botones trancados por un sello de vida. 

De repente, se abre y riega con semillas 
de luminosidad los campos, 
llega hasta las ciudades, 


o 



5 


sube a los rascacielos, 

apuñala las calles, 

golpea los postigos 

en nombre de la ley del desperezo, 

saca a pasear los carros mañaneros 

que alegran las calles de los 'mercados. 

Y sube, ya de vuelta, hecha trenza de ruidos ciudadanos, 

a tironear del sol 

que se resbala en el rocío. 


Las veletas ignoran donde quedará el viento. 

Hay un ritmo de brisas que anda jugando a ciegas. 
Tiemblan de frío las enredaderas. 

Y un aletear de píos 
sobre las arboledas. 

La madrugada viene con un paso seguro, 
remontando caminos empedrados de cielo. 

■ ; . A veces se detiene 

para sacarse lunares de nubes, 
r Trae aplausos de alas 
sobre lomos de pájaro. 

. Trae el ruido confuso de un despertar unánime. 

Ya ha terminado el baile de los astros nocturnos. 
Con su dedo largo, la luz hace cosquillas 
en la piel azulada de una enorme laguna. 

|P^;Así viene la aurora 
fe 5 : a sorprender al hombre. 

noche se defiende con murallas de astros, 
agas de colores bombardean su cerco. 




1 



Obscuridad imprecisa; 
ámbar a manos llenas; 
un vagido; 

chisporroteo de ruedas que se alejan; 

un canto atravesando la dulzura del vaho mañanero. 


Los molinos se ponen a girar, 
enfrentando decididos al viento. 

Sacan agua, contentos 

al ahogar la tristeza gris del tanque. 

Como gorriones, bajo un montón de colores 
a sacar lustre a las piedras 
y a picotear los vidrios 
todavía dormidos. 

Los hombres se ponen a mirar en los cielos 

la señal de los tiempos; 

del hilo reventado de la luna 

tan solo queda un poco colgado de una nube. 

Todo es color. 

El campo se ha partido en pedazos. 

Las ciudades agitan sus brazos luminosos 
en el borde lejano de los horizontes. 

Ya hay derecha e izquierda. 

Ya hay arriba y abajo. 


Por el horizonte despeñada, 
a toda disparada, TI 
va la noche fugad^A 



5 


Redes de la noche 


j^edes de la noche, 
tendidas en el horizonte, 
apenas sostenidas 
sobre un mar de sombras, 
por flotadores 
de estrellas. 

Redes de la noche. 

Con las dos cuerdas de luz 
de la aurora, 
ha de sacarlas del agua 
la madrugada. 

Y en ellas, 

envuelto, vivo, luminoso, 
el pez grande del sol 
se volcará 

sobre ia playa del di 



3 






La tarde está pensando 


L a tarde está pensando 
con la cabeza de los árboles. 

De vez en cuando, aleja 
un mal presentimiento. 

Entonces, se produce 
un rebullir de pájaros 
y un aletear de hojas. 

La tarde está pensando. 

Sobre su falda, abandonada, 
la labor de los campos. 

No ha acabado el zurcido 
de las tierras rasgadas. 

Acurrucada, junto al occidente, 
buscando el calorcito de un sol que está muriendo, 
piensa y piensa la tarde 
en ¡vaya a saber uno qué cosas! 

Agilmente, — mosca de plata — , 
se le trepa una estrella. 

Poco a poco el tiovivo lentísimo del cielo 
mueve sus silloncitos de acero. 

Con muletas de árbol trata de irse la tard 




3 


Nocturno 


En el lecho del río 
el cielo se ha tendido. 

Hay arrullos de agua 
y abanicos de hierbas. 

Para que la corriente no lo lleve 
el cielo, prevenido, 
se clava con estrellas 
en el fondo del río. 

El cielo se ha dormido 
bajo la fresca, rápida y silente 
correntada del río. 

Sale la luna a verlo 
y, al mirarle, 

cae, por curiosa, dentro de las aguas. 
Y es un beso vestido 
de blanco 

sobre el cielo domido/ 

Luz de estrella en las aguas. 

Luz de luna en el río. 


6 



En el lecho del río 
el cielo está dormido. 

Hay arrullos de agua 
y abanicos de hierbas. 

Para que la corriente no lo lleve 
en la arena se clava con estrella 




MARÍTIMOS 




o 


Visión de océano 

(IDA Y VUELTA) 


Cielo y mar 

Cielo y mar —UN BARCO SOLITARIO 
Cielo y mar . 

Cielo y mar 

Cielo y mar —EL HORIZONTE EN TORNO 
Cielo y mar 

Cielo y mar 

Cieio y mar —BRUSCO RUMOR DE OLAS 
Cielo y mar 

Cielo y mar 

UN BARCO SOLITARIO —Cielo y mar 

Cielo y mar 

Cielo y mar 

EL HORIZONTE EN TORNO —Cielo y mar 

Cielo y mar 

Cielo y mar 

BRUSCO RUMOR DE OLAS —Cielo y mar 

Cielo y mar 

1 



6 


Cuatro marineros mascan la niebla 


P e los fosos del cielo, 
caídos en la estrella de un farol, 
cuatro marineros, 

— cuatro tremendos marineros — 
cuatro marineros 

cortan tajadas de niebla con los hombros, 
y la mascan con las mandíbulas del paso acelerado. 

Van a embarcarse. 

Las mujeres han cercado de niebla 
las escalerillas de los embarcaderos. 

¡Que no se vayan los marineros de la ciudad! 

La niebla — sirena de tierra y de mar — 
quiere engañar, 
a los que van a navegar. 

Cuatro marineros, apurados, 
van mascando la niebla 

con las mandíbulas de unos pasos desmesurado 



2 



6 


Adioses inclinados 


No gotean más adioses-monedas 
porque las planchadas están tendidas 
y a los adioses les gusta resbalar 
jugando al tobogán. 

Las cabezas inclinadas (“La Voz del Amo”) 
saludan al llegar. 

Los viajeros son estorbo para las gasas 
que tienen ganas de volar. 

Y los barcos, cachorros de leones, 
con muchas ganas de dormitar. 

Los puertos tienen tibieza en las aguas, 
y tibieza en el aire, grata de respirar; 
los puertos son como plazuelas en las aguas 
donde los barcos se allegan para conversar. 

Para decirse esas cosas que hay que decirse 
tras mucho tiempo de caminar. 


o 



Mi alma va a los puertos, 

novedosa gaviota, 

planea sobre las naves 

pidiendo para ellas la clemencia del mar. 

Ya no caen más adioses del árbol del navio. 
Los más maduros 

con las oscilaciones, se acaban de derrumba 




Poema de los barcos buidos 


^obre cabellera de aguas, 
encanecida, 
barcos huidos, 
en pos de mi alegría. 

No la alcanzaréis nunca, 
salada jauría, 
de rúbrica de humo. 

Yo voy con mi alegría, 
que es la muchacha 
que sonríe con rojos, 
como los amaneceres. 

Yo voy con mi alegría, 
bajo cielos interminables, 
barcos empeñados en cazarnos. 

Y no nos hallaréis nunca. 

En medio de los mares de la esperanza, 
hay grutas de reposo 
para las almas paralelas. 



6 


Y próximos al refugio, 
nos hemos asomado los dos 
— yo y la muchacha 
de ojos de luz — 
a mirar vuestra desaforada 
marcha, 

bajo un palio de humo, 

sobre la cabellera encanecida en olas del ma 


6 



Baile de barcos 


E n I a pista de baile 
de los mares elásticos, 
entre paredes azules, 

— con ventanas de nubes — , 
danzan, 

danzan los barcos 
' c.Q.n zapatos de olas. 

Danzaí( imprevista, loca, 

al compás de los vientos 

que sacuden al barco por los palos. 

¡Ah, las barcazas con sus trajes de cola de espuma! 

Zarandeo de barcos 

en la pista verdosa del océano; 

bajo la lámpara del sol, 

que alumbra aunque sea de día, 

colgada del cielo por sus propias luces. 

Y por las noches, 

cuando brillan curiosos los ojos de los faros, 
se encuentran las parejas marítimas 
y bailan, 

bajo el chispeante comentario de las estrellas, 

; acodadas en el avant-scéne del horizonte. 



6 


Yo los he visto, locos de danza, 
salir, ya invitados, de los puertos; 
con el pasaje acunado en las cuchetas, 
bailando y bailando, 
bailando y bailando, 
con su carga en brazos. 

i Ah, los barcos que festejan con danzas 
el horrible trabajo de arrastrarse por las aguas! 

(Orquesta de temporal: 

con enérgica batuta de relámpagos, 

compás de truenos, 

redoble de palillos de lluvia, 

largos comentarios en el cobre del viento) 

¡Baile de barcos! 

A veces, suave vals, 
a veces, infatigable charleston, 
pegajoso black-bottom, 
terrible fox-trot, 
delicado tango. 

Sobre alfombras de agua, 
con zapatos de olas, 

al compás de la loca orquesta del tiempo, 

¡baile de barcos! 

¡baile de barcos! 

por las rutas abiertas de los mares. 

De los mares que van a todas parte 



8 




Tan mareado está el barco 


T an mareado está el barco 
que, para no caerse, 
sostién ese en la borda de los cielos. 

Y se clava con mástiles 
— absurda mariposa — 
en la nube más densa. 

Y con dientes de hélice 
se aferra 

en las aguas revueltas. 

Tan mareado está el barco 
que avanza dando tumbos. 

Con los mástiles 

— brazos alzados en imploración al cielo — 
llama en su auxilio al viento, 
que está jugando ai trompo con las olas 
en el patio azul del horizont 




Caza marítima 


El viento va silbándole 
a su enorme jauría de barcos 
sobre la estepa elástica del mar. 

No se vé la presa 

porque se ha escurrido 

por la rendija del horizonte . 

Unas huellas blancas 
delatan la fuga. 

¡Los silbidos del viento 

se enredan, alocados, en los mástiles! 

Instinto de lebreles 
hay en todas las proas; 
y oído bien despierto 
en todas las antenas. 

Caza en todo sentido 
de una invisible pieza. 

Hasta que la acorralan 

en la pétrea manguera de los puertos. 



/ 


Entonces, queda quieta la nerviosa jauría del viento. -• 

¡Ya la han atrapado 1 

(Alegría de orejas y de colas, 
moviéndose como bandera», para avisar al vient 



2 



La presa suprema 


El horizonte nuevo de mi pasión desnuda 
te ha circundado toda. 

Y como estrella recién nacida 

sonríes en medio de este cielo horizontal. 

Poco a poco se estrecha el cerco 

de la redonda línea de mi ambición por tí. 

Me arrastro hacia a tí 
achicando el cielo de afuera 
y agrandando con más cielo 
el luminoso cielo de mi alma tuya. 

Cuando sea nada más que un redondel apenas 

en torno a tu figura, 

entonces mi corazón 

saltará como un tigre rojo 

y huirá con la dulce presa 

ante el asombro de los cielos 

agrandados de golpe, 

por sobre la línea de acero de la felicidad perfect 



7 


La certeza del viaje 


\ / ieja nave de las tristezas .mías: 
te dejo. 

Me espera el mástil nuevo 
de alegrías rubias. 

El que enhebró auroras 

y, sin saberlo, se quedó con ellas. 

Me espera el nuevo barco, 
con faroles como ojos de ella 
y proa como mi voluntad de quererla. 

Vieja nave de mis tristezas: 
te dejo. 

Yo sabía que íbamos a encontrar un puerto. 

Te abandono con lástima; 

había llegado a encariñarme contigo. 

i Cuántas veces trepé a la cofa 
de una esperancita de nada! 

Tus cabeceos eran señales 
para la inutilidad de mis miradas. 


4 



7 


Pero un buen día. . . 

Te dejo, 

vieja nave de las tristezas mías. 

Y parto en el’ alado crucero 
del amor perdurable. 

Tengo la certeza del viaje. 

¿No ves la brújula? 

En el horizonte hay dos ojos 
casi a ras de agua 
que la ponen tensa y brillante 
sobre el único Norte de mi vida. 

i Hacia ellos! 

Ruido de agua partida." 

Rastro de espumas. 


Te dejo el banderín de mi duda, 
vieja nave cargada de tristez 



5 





Sobre el pecho del agua 


obre el pecho del agua 
se ha dormido una barca. 


Junto al embarcadero, 
a la sombra 

de un largo transatlántico. 

El agua sube y baja, 
como si respirase. 

En maternal regazo, 
se ha dormido la barca. 


Vieja, descascarada, 
sin velas y sin remos, 
al sentirse acunada 
sueña que — otra vez niña — , 




Versos para una usina anclada 


sina : estamos mano a mano. 

Los dos tenemos idéntico destino 
y una apariencia de alcanzadores. 

Pero — ¡ bien lo sabes ! — , no alcanzaremos nada ; 

y nos volveremos ruinas 

en el mismo sitio donde siempre estuvimos. 

Usina: yo te compadezco; ♦ 

y tu me compadecerás, sin duda. 

Tienes toda la apariencia de un barco: 

fíjate bien: la forma alargada, 

los ventanillos múltiples, 

las grandes terrazas, 

la cercanía perenne del mar, 

el olor a brea, 

la confusión de los cables, 

el chirriar de las máquinas, 

los fogoneros tiznados, 

el ulular de los pitos, 



el repentino cantar de las sirenas, 

la premura de los camiones 

en los grandes patios de los desembarcaderos, 

las chimeneas altivas, 

el humo constante 

peinado a tirones con gomina de viento. 

¡Toda la apariencia de un barco! 

Y eres ¡a penas! una usina. 

Junto a la orilla del mar dilatado 

que tiene horizontes iguales 

por los tres costados de su semi-círculo, 

estás echando humo siempre, 

como si fueses a irte, 

usina, anclada con cimientos de piedra. 

¡ Pobre -usina ! 

Yo también tengo apariencia de otra cosa. 

Y vivo junto al mar 
que no navegaré nunca. 

Nunca navegaremos, usina maniatada 
por mi mismo destín 




8 


Bañistas 


N 


áufragos de un navio 
no he visto. 


Vienen chorreando agua 
y chorreando alegría. 

Un mameluco enorme 
se ha estirado en el cielo. 


Ya vienen los bañistas, 
salpicando colores. 

Náufragos alegres 
de un terrible naufragio 
que habrá ocurrido anoche 
en la mitad del rí 


0 



AVIÓNICOS 




8 


Picoteos de aeródromos 


P icoteos de aeródromos; 

vamos a moler un poco de sol, hélices. 

Exhausto el cacharro de la nafta, 
dentro de la jaula de aceros hay sed suelta. 

¿Dónde beberá tanta sed el avión exhausto? 


Vamos a picotear en los aeródromos. 

A buscar sustento 
dos veces sustentador, 

— ¡oh, avión — , 

que eres la cometa con hilo de miradas, 
para remendar el cielo con parches de progres 



3 



8 


Limpieza del camino aéteo 


L*~ del camino a ír eo. 

¿Quién barre este camino? 

¿Quién limpia el polvo de luz 

que se asentó sobre la carretera azul? 

¿Dónde, en qué nido de qué árbol 
hace nido el avión? 


¿Para qué ese trabajo 
— i oh, pájaro metálico! — : , 
de llevar y traer agobiadora carga? 


Necesito pichones de avión, 

piar de aviones, 

ensayos de vuelos, 

en torno del árbol de la aurora, 

ramas de estrellas, 


frutos: sol y luna 

caídos sobre la raíz horizontal del horizont 


E 


4 



8 


Poema aviónico del término de raid 


j^terrizo con demasiada fuerza. 
Hay premura en los hangares. 

Olor a nafta de caricia quemada. 

Y, en seguida, silenciador de besos. 

i Ah, la dinámica áspera 
de quererte en mecánica! 

Maquinita rubia, 

con tantos kilómetros de acción 

dentro del territorio de la Ternura. 

Viajo sólo. 

“Aguila solitaria ,, 

sobre el mar de tus sentimientos. 

Deseos de acuatizar. . . 

i pero estas ruedas!. . . 

La imantación de tus deseos 
vuelca los timones de profundidad. 

Vuelo tan bajo 

que necesito más las ruedas 

que las alas. 


5 



Tanto tiempo estuve en el aire, 
rondándote. 

He abatido todos los “récords” conocidos. 
Tú y yo poseemos el trofeo absoluto 
del vuelo en atmósfera de amor, 
entre tempestades de malentendidos, 
y reabasteciendo la esperanza 
en plena marcha. 

Ha llegado el momento del aterrizaje. 

Tengo la cara salpicada de deseos. 

Aterrizo con demasiada fuerza. 

Hay premura en los hangares. 

Olor a nafta quemada de caricias. 

Y silenciador de besos con hélices de ademane 





o 


Aviador 


P rototipo del hombre. 

; 

En la aurora de la Muerte 
he visto tus caídas 
hacia el otro lado. 

De un golpe de timón 
ahuyentaste los perros callados 
del Más Allá. 

Prototipo del hombre. 

Olor a civilización 

encontré dentro de las válvulas 

de tu motor. 

Moledor de sol 
con el molino 
vertiginoso 
de la hélice, 

para hacer pan de luz. 

Abanicador del cielo. 

Horador del aire. 

Asombro de los pájaros. 

8 



Envidia de los árboles 
que tienden, por las dudas, 
sus ramas. 

««• 

Moledor de sol, 
punching-ball de los vientos, 
azotador de nubes, 
alisador de miedos. 

Tu cabeza, aviador, 
es el punto necesario 
para la i latina de tu avió 




9 


Canción del aviador de todos los tiempos 


La guadaña del aire 
quería cortarle el hilo 
de suspensión 
a mi avión. 

Lo balanceaba 
para adormecerlo 
y, así, dormido, 
tirarlo por el abismo 
sin paredes del cielo. 

Mis manos 
eran paracaídas 
inconscientes, 

aferradas al bastón de comando. 
Vi danzar 

la alfombra de casitas 

junto a los ventanillos; 

y vi el horizonte 

subir como brazada de nadador 

hasta mis ojos de mica. 



9 


Enfilado y tranquilo, 
chisporroteando motor, 
escribiendo audacia 
con la tinta del humo, 
iba en procura 
de una rotura 


en la envoltura 
del “Zeppelin” del ciel 




Variaciones sobre aterrizajes 
y otros cansancios 


(Poma de casi amor) 


P uñalada en el tiempo, 
ya no parará nunca. 

De arriba a abajo hemos 
vencido todas las luces. 

Refilón de ternura, 
sobre muralla tersa 
de nuevas claridades. 

Enristraré mi alma, geométrica y aguda, 
para tirarle al cielo 
trece flechas seguidas. 

Superstición del número, 
destrozada en estrellas. 

Y te veré ascendiendo, 

como avión con premura, 

hacia la nueva senda que te marqué con ojos. 



9 


Dueña mía, no importa 
que la mañana sea 
más larga que la tarde. 

Ya la noche aterrizará cansada, 
como un perro dolido, 
junto a los mur aliones 
de nuestra quieta espera. 

Y terminado el día, 
la jornada inmedible, 
seremos como nuevos, 
en amor renacidos. 

Tú, siempre como has sido, 
yo, siempre como he sid 



3 



9 


4 

Aviones nocturnos 


]j\. vienes de la noche, 
altísimos puntos brillantes, 
que, en serena escuadrilla, 
buscáis para aterrizar 
la delgada pista 
del aeródromo de Occidente. 


Avioncitos de plata, 
a la distancia, 
siempre de Este a Oeste, 


bajo la noche ancha, 

alcancía de luces, siempre de Este a Oest 


E 


4 



CANCIONES DE LAS DISTANCIAS 
VENCIDAS 




9 


Canto del ombú para los 4 horizontes 


caminos; 

4 anchos de campo 
y, en el centro, un ombú. 

A los costados: 

4 paredones de cielo, 

de noche, con estrellas colgadas, 

de día : pintados a la luz. 

Y yo aquí, debajo de esta sombra 
circular y afelpada, 
que es como estar debajo de otro cielo 
lleno de estrellas verdes. 

En torno del ombú van girando los cielos. 

Es otro sol para los astros; 
y es el sol de la pampa, 
donde no hay más que su rastro. 


* 


7 



9 


Yo aquí, debajo de la sombra de siempre, 

siempre en la misma mancha % 

del árbol que ha madurado guitarras 

para tirarlas 

a las manos de los gauchos. 

Guitarras, únicos frutos, 
al pie de los ombúes, 
mostrando la pulpa de los cantos. 

He caminado hasta la cicatriz del horizonte; 

• \ 

hasta donde el sol se respalda con cielo; 

hasta la marca del zarpazo de la tierra 

en la piel luminosa del espacio; 

hasta donde el sol se queda entreparado, 

como sorprendido de nuevo por la grandeza de América. 

Ombú para los gauchos, 

y para los caballos, 

y para la más insignificante de las hormigas. 

Ombú para todos. 

Subcielo de la tierra. 

Que el cielo es un ombú muy grande, 
rumoroso de estrellas, anidado por astros 
y chisperios de aceros, 
torbellinos baguales de fogones 
por la pampa de par en par del espaci 



8 



Trenes en la noche 


T renes desatados contra la noche, 
furiosos en la obscuridad, 
como si quisieran treparse 
por los hilos telegráficos. 

Corridas locas, 

por sobre terraplenes infinitos, 
por sobre puentes fantásticos, 
dentro de túneles fétidos. 

Trenes que se han escapado, 
raptando los viajeros, 
y van como locos 

a entregárselos a quien sabe qué gigantesco monstruo. 

Trenes, furiosos contra el muro 
de la obscuridad, 
largando dentelladas de vapor, 
miradas de fuego. 

Van y vienen, olfateando, 
rastreando. 

Van y vienen 
en interminable vaivé 




Poema acelerado 
del automóvil en marcha 


Serenata melodiosa del motor; 
grato arrullo de mecánica; 
fuerza libre ; 
freno suelto; 

indeciso, el humo tenue del escape 
va quedando por la senda 
como aliento de la marcha. 

Carretera interminable. 

Campo verde. 

Largas manchas. 

Ruido. Luces. 

Por debajo de las ruedas 
va pasando el film blanco del camino. 

Serenata melodiosa del motor 
trabajando como un joven corazón. 

Fuerza noble; 
fuerza dócil; 

fuerza hermana del progreso. 

Por encima del capot 
patina el viento; 
y $u contento 

nqs aplaude en los dos ojos. 



El empuje poderoso 

que nos lleva hacia adelante 

va Obrando de impaciencia entre mis manos. 

El volante 

se contagia de las ansias del motor; 

como a veces al cerebro lo enloquece el corazón. 

Siempre atentos los dos ojos. 

Por debajo va el camino recorriendo, luminoso, 
una alada marcha atrás; 
y a los lados todo vibra; 
todo se convierte en manchas; 
todo gira; 
todo pasa; 

todo viene a ver qué ocurre 
y, en seguida, 
como huyendo de nosotros, 
asustado va el paisaje 
por los gritos del motor. 

Mi automóvil es tropero 
de los éxtasis del campo; 
con los dos ojos clavados, 
fijos en el radiador, 
atravieso en mi automóvil 
la vida toda color. 

Ruge el empeño del coche 
por alcanzar el motor. 

Voy cabalgando ía mole de un enorme corazó 




E,1 último modelo 


E es el último modelo, 
lo más nuevo, 
lo más reciente. 

Lo que de ninguna parte vino, 
porque ya estabas en todos lados 
desde que el mundo se hizo. 

La última palabra; 
lo recién inventado. 

Más que los cuatro frenos simultáneos; 

más que las cuatro velocidades; 

más que la tracción delantera; 

más que la supresión de la caja de velocidades. 

Más que todo éso. 

Eres lo reciente, 
y lo eterno, 

lo hecho con la experiencia de . la experiencia, 
y el tesón de lo ardientemente amado. 

Eres toda la mecánica humana 
dando vida a un espíritu. 

Alumbras hacia afuera por los ojos, 

y suenas toda tu poesía 

en el engranaje de tus palabras, 

aceitadas con “ternura”, el Rey de los Aceite 



Doloras 


Si una hinchazón cualquiera, 
por pequeña que sea, 
duele tanto 

i cómo debe dolerlq.al automóvil 
la hinchazón del pneumático! 


Por éso anda con tiento 
por las calles de cuña, 
como quien lleva callos. 


• Qué dolores terribles debe darle 
la hinchazón del pneumátic 


0! 



Ritmo tuyo 


nunca falle el ritmo de tus luces, 
respiración para mis ojos, 
que ahuecan en tu sentido. 

Tienes destellos de luz 
como los arenales imponentes. 

Tengo que cruzarte toda 

para ir a tenderme a la sombra de tu promesa. 

Tu promesa hace guardia ante tus ojos, . 
como un centinela desconfiado 
ante la ganzúa pronta de los míos. 

Tienes luces rítmicas: 

por ellas respiran mis ojos 

el viaje de tus horas, y la danza de tus pestaña 



1 


u 


Poema hasta el tercer «no» 


j^mbición de distancia: 
destino de Jas proas. 

Y llegar. 

Al final de toda llegada hay un puerto. 
Horizontes sesgados de escolleras. 

Se van trozos míos 
en cada barco. 

Y no ha vuelto ninguno. 

Vi pasar una esperanza 
impresa en un velaje. 

A distancia. 


NO 

Encenderé una luz. 

Ahora es muy fácil encender las luces. 

Y llegará una época en que todo estará dispuesto- 
para apretar botones únicamente. 

Iluminaré el mundo. 

Nadie se asombrará. 

Haré trepar los ascensores 

— que se dan de hocicos en cada piso — 

haré temblar los motores horas y horas, 

ventilaré el mundo con las hélices de todos mis aviones, 


5 



1 


haré asomar la luz 

— doncella de este siglo — 

a Jas ventanas de todos los rascacielos, 

para que mire, con sus pupilas de filamento, 

la tristeza de los pavimentos 

alisados por la furia de cauchó 

de los bisontes mecánicos. 


NO 

Atraparé mi esperanza, 

que ayer se me fugó con una duda, 

su vieja compañera. 

La atraparé con policía de ensueño. 

— i No hay asilo para los ensueños mendigos! — 
(¡Y qué reuma andan arrastrando los pobres!). 
Ya no hay calefacción central 
en el alma de los hombres. 

Todo, como las luces, para afuera. 

Adentro, sótanos de casa desalquilada. 

La esperanza, como una res desangrada, 
pasó colgada en un velamen. 

A distancia. 

nO 


0 


6 



o 


Nuevo fuego 


IA rrímale otro fuego ! 

Del que aún no se ha visto, 
tú, guardián de la nueva chispa 
de los espacios. 


¡Pégale fuego al astro 
para que corra loco 
de terror 
por el cielo! 


Para que deje el rastro 
nivelador del fuego. 


¡Arrímale otro fuego, 
tú, el de la nueva antorcha! 

Nuevo fuego en la vida, 
falta estabas haciendo. 


Del fuego que los ojos 
humanos aún no han visto, 
se encenderán los cielos. 


¡Arrímale otro fuego, 

tú, que tienes la antorcha de lo nuev 



7 



Remontador de astro/ 

j^emontador de soles, 

¡ tú, el de la larga cuerda ! 
Remontador de estrellas 
sobre el telón del cielo. 

Tira, viento, tu cuerda 
que va abollando el hombro 
de tu marcha, 
i Tira, viento ! ■ 

Remontador de astros, 

tramoyista del cielo, 

alzador de los astros rotativos 

y locos de dar vueltas 

con todas las miserias a cuestas. 

Tú, lanzador al éter 
de los trompos luminosos 
del espacio. 

Tú tiraste con furia 
de la cuerda arrollada 
en la cintura de los ecuadores; 
y pusiste el furor de la danza 
en las luces del cielo. 


Remontador de estrellas: 

¡tú, el de la larga cuerda! 

Remontador de astros sobre el telón del ciel 



t 


o 


Ni la más lejana estrella 


i la más lejana estrella 
escapará a mi verso. 


La alcanzaré con lazo 
de ocho vueltas líricas. 

Y, prisionera mía, 
lejanísima estrella, 
te acercaré a impulsos 
de mi tirón certero. 


Sombra de mi caballo, 
sombra de mi sombrero, 
sombra del fino lazo, 
en mitad del espacio. 

Enlazando la tropa ágil 
del cielo inmenso. 

Sobre pampas azules 
he de tropear estrellas. 

Voltearé las más lindas 
por gusto de voltearlas. 




9 



Con lazo de ocho vueltas 
iré a cazar los astros . 

Con mi instinto charrúa, 
juvenil y perverso. . . 


Ni la más lejana estrella 
escapará a mi vers 



1 


1 


Alza la copa 


ios: 

dueño de la copa del éter 
burbujeante de astros. 

Alzala en el banquete 
de todos los espacios 
y bébela de un sorbo. 

Dios: 

dueño de la copa 

cosquilleante dq astros;* 

de la azulada copa del espacio. 

Levántala en tu mano, 
cortada de vías lácteas, 
donde arde la vida 
creadora de mundos. 


Y brinda largamente 
frente a todo el espacio 
que asiste — helado de espanto — 
a este banquete de astro 


S 


i 



Noche sin eco 


Las arañas plateadas de los cielos 
tejen telas de luz mientras la noche 
cierra a ío ancho el paso de los días. 

He de verte de nuevo aunque todo se oponga. 
Gritaré la verdad por los altoparlantes 
gangosos de la duda. 

(Y otra vez tir trineo de voces 
sonándome al oído). 

Resplandor de tus voces 
horizonte cerrado 
ojos que van al tacto 
purque ya no yen nada. 

Tejen luz en ios cielos, 
sobre paño de noche, mis arañas plateada 




LOS SONETOS SON...ETOS 




El sauce 


P etrás de casa pone su audaz melancolía 
un sauce centenario, viejo amigo del viento. 
Por las noches se queja con ahogado lamento 
que, de guapo, contiene durante todo el día. 

Su amigo viene a darle pasajera alegría 
con golpes repetidos, como de sentimiento, 
que el sauce le agradece con fino movimiento 
de educación discreta, de amable * cortesía. 

Por las tardes el sauce se queda pensativo 
mientras en torno suyo va creciendo el rumor 
de los nidos calientes. Y luego, sin motivo, 

para darle una broma de dudoso valor, 
con pájaros le tiran a este sauce votivo 
los árboles alegres que están alrededo 




a no hay justas de amor. 


Para MARÍA D ELI A JEWKES, 
tjae es la dueña de todos los poemas de este libro. 


a no hay justas de amor para probarte 
hasta dónde — por tí — llega mi andanza; 
pero sé agradecerte esta privanza 
con más dulce tesón al adorarte. 

Te quiero, por milagro, de tal arte 
que, por mucho que busque tu esperanza 
en procura de alguna semejanza, 
no podrás mi cariño imaginarte. 

Loco de tí, por tí tan solo vivo. 

Cuanto no es tuyo, por instinto esquivo. 
Y superando gozos de quererte, 

altas, bien altas, torres de futuro 
voy levantando con amor tan puro, 
que he derrotado, sin querer, la muert 






Colofonerías 


LA «IMPRESORA URUGUAYA», 
S. A. — CERRITO ESQUINA JUN- 
CAL, MONTEVIDEO—, ME IMPRI- 
MIO ESTE LIBRO. — HUBO DOS 
CONATOS DE MOTIN ENTRE LOS 
TIPOGRAFOS CEÑIDOS A SU 
TRADICION. — SOFOCAMOS LA 
REVUELTA Y PUDIMOS DAR 
CIMA A LA OBRA. — PARA LA 
HISTORIA DIGO QUE ESO OCU- 
RRIO EL LUNES VEINTISIETE 
DE OCTUBRE DE MIL NOVE- 
CIENTOS TREINTA, A LAS NUE- 
VE HORAS Y MINUTOS. 


A 


m 


f 



ediciones de: 


C 

A 

R 

T 

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L 


PANORAMA MENSUAL 
de literatura, arte y polémica 


DIRLCTORESt. 

JULIO SIGÜENZA 
ALFREDO MARIO FEKREIRO 


Redacción y Administración 
SAN JOSÉ, 870 


MONTEVIDEO 
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